lunes, 22 de julio de 2019

El espectador como hinchada/ El partidito, un delirio patronal


“Hay una vieja palabra sánscrita, lila, que significa juego. Es más rica que nuestra palabra: significa "juego divino", el juego de la creación, el plegarse y desplegarse del cosmos. Lila, libre y profundo, es a la vez el deleite y el goce de este momento, y el juego de Dios. También significa amor. Lila puede ser la cosa más simple del mundo: espontáneo, infantil, ingenuo. Pero a medida que crecemos y experimentamos las complejidades de la vida, puede también ser el logro más difícil y arduo de obtener imaginable, y cuando fructifica es como si llegáramos a nuestro verdadero ser. “free Play, la improvisación en la vida y el arte. Nachmanovitch, Stephen

Se suele decir, que el teatro es juego, invocar esta esencia como una regla poderosa que soporta absolutamente todo, se hace el cómo si, andar por un rato a un estado fuera del tiempo, ahora ¿Qué pasa cuando la estructura de la obra es el juego?
Elpartidito, un delirio patronal, propone volverse por un rato, espectadores, espectadoras, pero también miembros de la hinchada en ese cruce de empleades contra patrones que se arma en un picado organizado por la empresa.
El espacio no está simulado, ni recreado es la pura y absoluta tangible realidad una cancha de futbol 5 en el club Estrella de Maldonado, sin dudas la experiencia tiene mucho de búsqueda que acierta, pero también falla casi en los mismos sitios.
El soporte teatral desde hace un tiempo, se desnuda a sí mismo, se expone y se prueba, en estas formas en las que tiene que competir injustamente con  velocidades diferentes  y experiencias diversas pobladas de múltiples provocaciones a los sentidos, el teatro busca de alguna forma volver a lo esencial, ahí sabe que no puede y no hay manera de perder, en el contacto con les actores, con los cuerpos y las cuerpas, con las voces agitadas y con el ritmo que no acepta el botón para atrasar o adelantar.
La puesta que lleva adelante Tamara Dawidowicz, desnuda de luces, de apagones, de marcas que privilegien de manera artificial, la intervención de les personajes, pone en evidencia, la fuerza impecable de la quietud y del movimiento en esos dos principios es posible pensar esta puesta en escena y esta obra en general.
Lo que está detenido la vida de les empleades  del  centro de atención telefónica de una asegurada , que sufren la ruptura abrupta de la rutina  cuando uno de ellos, toma una drástica decisión, sin embargo, el efecto se difuminan, termina por no llegar a ninguna parte y esta es quizás uno de los desafíos de este tipo de dramaturgias que las líneas que se abren no sean devoradas por el andamiaje de puesta, por el poder que tiene el juego.
Para destacar el despliegue de voz que realiza Cristian Bernal Niño, quien hace un trabajo destacable también en Tan ruda,  su personaje canta con la nostalgia inmigrante, no sólo de quién emigra de lugar sino también de esa nostalgia de la vida toda que se pierde en los horarios de trabajo.
Si la apuesta de quiénes investigan el soporte es devolverle la pelota a quiénes juegan en la cancha, la puesta lo consigue, es muy difícil distinguir dónde empieza la dramaturgia de la obra y dónde la que construyen les actores en ese presente.  En eso acierta, en ese movimiento y su estatismo, en los relatos que interfieren el juego, desacierta en las situaciones que no alcanzan a crecer porque el poder del juego se las traga. En las líneas dobles que permite asistir al relato de esas vidas que están estáticas y confinadas a 15 speechs. 
La obra propone dos maneras de mirar, la de mirar teatro y la de mirar el picadito, cuando una decae la otra reluce y eso demuestra un enorme trabajo y una precisión admirable.
¿Soporta el teatro este cruce? Si, con creces, nos entrega relato, una experiencia y en definitiva el teatro es necesariamente eso una experiencia.

En palabras de Nachmanovitch, Lila, puro encuentro con el juego y desde el juego a ese estado de plenitud que se persigue en cada puesta.
La obra va los domingos
“Una jornada deportiva, un encuentro motivacional, un evento energético que revoluciona los cuerpos para fortalecer el sentido de esta familia de empleados y patrones: vender seguros. Es una inteligente jugada del departamento de capital humano para lograr mejorar las cifras actuales y maquillar los conflictos latentes. 
Lo de Méndez García pasó, quieren que lo olvidemos, pero no lo van a lograr - dice Aldana, una joven vendedora de productos intangibles que intuitivamente, y quizás sin dimensionarlo del todo, comienza a organizar un boicot a esta fantochada empresarial.”
Ficha técnico artística

Reservas por Alternativa teatral 

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