miércoles, 6 de marzo de 2024

La yoli Mindolacio, La vida que se manifiesta a escala cósmica o colectiva.

 







Somos la capacidad completa de la sala del Teatro “El grito”, antes de subir hay gente que habla, ríe, nosotres con Juan vemos humo y nos preocupamos. Bah, yo lo hago porque tengo un master en armar escenarios catastróficos y porque sé cómo es la cultura del teatro independiente que todo lo ata con alambre y sigue para delante.

Entramos y Olave Mendoza ya está en escena, balancea sus piernas y come girasoles… Olave es una mujer, pero no es complicado ver el cuerpo de una gurisa habitándola.

A mí me llaman la yoli… dice, después cientos de nombres, de sobrenombres, de maneras de evocar los enumera a todos menos a uno que quizás desconoce.

La dramaturgia de Díaz sabe muy bien crear esas trampas, tiende el sedal, después nos espera. La tonada es una fiesta, la poesía baila en la lengua y el cuerpo.

Olave, la yoli mendolacio es una niña y su destierro tiene el olor a herrumbre que tienen los desarraigos.

En el monte, cada cosa tiene dos maneras de llamarse, ellos también. En el monte cada cosa tiene su orden y su sitio, ellos también porque en el relato no es ella la que se va del monte por elección, sino una comunidad entera que cobra vida en su cuerpo. Una comunidad desterrada, arrancada, llevada en nombre de la fe a la oscuridad que propone la civilización que los deja sin sentido…

Porque ya no pueden tocar, ver, oler y porque ya no tienen manera de religar con sus dioses.

En ese contexto, las criaturas como si tuvieran los cuerpos en llagas y el hocico quemado, intentan continuar viviendo, intentan retener algo de la niñez arrebatada porque a las casas hay que pagarlas y siempre se está en deuda, entonces hay que trabajar para achicar la cuenta…Y porque en esos barrios cerrados, angustiosos, la droga corre como no corre el sentido de vivir, no hay vislumbre de futuro.

la yoli es ella, pero también es el cuerpo de sus amigos, de su mejor amigo, es ella buscando su propio nombre que es buscar la identidad profunda, la que, para esa comunidad, proviene de la tierra, de los árboles y les traza camino. Un nombre, no pronunciable, ni liviano, ni cristiano… ella es todos los cuerpos, en el cuerpo poético de la actriz, Olave Mendoza, guiada en la dirección por Manuela Méndez.

El monólogo es de una belleza, conmovedora, Fabián Díaz conoce muy bien el entorno que busca contar, el monte cuando es macho en “Los hombres vuelven al monte” arde, en este monte femenino se llena de almas, susurra, se enerva.

Si ven algo, cuando pueden ver es sobre los techos, desde las alturas. Cómo pájaros, cómo seres espectrales.

El sedal funciona hacia la mitad de la obra hemos comprado todo, los nombres, los múltiples yo posibles de la yoli, la empatía nos recorre, pero la obra tiene momentos de ternura, de humor, nada de quedarse en el panfleto. Este dramaturgo es un exquisito de la palabra, la usa con cuidado.

La iluminación nos ayuda a entrar en un clima tan irreal que la escenografía acompaña perfectamente.

Y cuando llega al final, la capacidad completa de la sala, aplaudimos hasta que nos duelen las manos, nos ponemos de pie. Es claro para quienes actúan cuando el aplauso es premio, compromiso o necesidad acá es necesidad sin poder correr a abrazar a las personas que llevan adelante este poema visual, sonoro, técnico… Se aplaude.

Hay algo que dice Mircea Eliade en Mitos, sueños y misterios, refiriéndose a la idea mitológica del sacrificio por la tierra y de la que voy a extraer solo un fragmento:

“El sacrificio opera una transferencia gigante: la vida concentrada en una persona supera a dicha persona y se manifiesta a escala cósmica o colectiva”

 

Cuando pienso la actuación de Olave, siempre me viene al cuerpo, la idea de une actxr que arde como dice Artaud, que se sacrifica y en ese sentido me es imposible no pensar en la yoli y en ella dando sentido al relato, a la tonada, a habitar una historia tan anclada geográficamente para que nos llegue a cada uno.

Y si antes de entrar me preocupó el humo del teatro independiente cuando salgo lo agradezco.

Hacer teatro con este compromiso, con la belleza como audacia, con los riesgos que seguro corre esta producción, entregarse a actuar de una manera tan hermosa, dirigir como dirige Manuela como si en ese acto ella misma ardiera en el escenario, hacer un texto que funciona tan bien a nivel dramatúrgico sin retacear la poesía. ¡Qué incendio tan maravilloso!

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Ficha técnica de la obra

Dramaturgía: Fabian Díaz

Actúan:Olave Mendoza

Diseño de vestuario:Martina Nosetto

Diseño de escenografía:Martina Nosetto

Diseño sonoro:Juan Cerono

Diseño De Iluminación:Jessica Tortul

Asistencia de dirección:Ana Schmukler

Prensa:Valeria Franchi

Producción: Gabo Baigorria

Co-producción:El Grito

Dirección: Manuela Méndez


Teatro El Grito 

Costa Rica 5459 Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Sábados 22 30 hs

Este espectáculo ganó el premio Artei a la producción del teatro independiente del 2023

Entradas a la venta

https://publico.alternativateatral.com/entradas85164-la-yoli-mindolacio?o=14


Dejo dos enlaces este a una crítica que escribió Juan Pablo Puentes 

https://artecriticas.wordpress.com/2023/10/17/desde-los-ojos-de-una-nina/

Y este video que encontré de Manuela

https://www.youtube.com/watch?v=UxX_WjrGNj4

 

La yoli Mindolacio, La vida que se manifiesta a escala cósmica o colectiva.

  Somos la capacidad completa de la sala del Teatro “El grito”, antes de subir hay gente que habla, ríe, nosotres con Juan vemos humo y nos ...