domingo, 1 de mayo de 2022

Corredores

  La experiencia teatral de mirar el movimiento en espiral.

                 Este cielo también pasará

Imagen extraída de la nota de la agencia Telam


¿Qué pueden los cuerpos en escena? ¿Pueden cinco cuerpos en movimiento abrir la discusión sobre la identidad? ¿Qué es la identidad nacional?

Corredores es una obra de difícil abordaje porque su simpleza escénica nos pone en contacto con preguntas y no con certezas.

Desde el momento del ingreso a la sala se propone como una obra de pura presencia actoral, no hay tiempo para el cuchicheo previo, entrar es observar y sobre todo detener la respiración por unos segundos, frente a la sobre estimulación de las calles de Palermo, de las vidas atravesadas por la modernidad, el despojo escénico con cinco actores con ropa deportiva y la desnudez de la sala propone un encuentro con los cuerpos en movimiento.

Los cuerpos en escena, percuten, transpiran, elongan,  se conectan, se aíslan, los cuerpos en escena usan la luz y la sombra un territorio indefinido del que salen con abrigos, con agua, hacia el contacto con quiénes miramos y escuchamos en la quietud, pero eso se contrasta con furia con la hondura de los textos, con la atención que piden, con la necesidad de recorrer a partir de palabras claves los últimos años de la historia de este país.

Artaud dice en El Teatro y Su doble:

Todo muestra en el aspecto físico del actor, como en el del apestado, que la vida ha reaccionado hasta el paroxismo; y, sin embargo, nada ha ocurrido.

Ahí están los cinco corredores, los vemos, los escuchamos respirar, hablar, compramos el discurso indirecto con el que hablan, entendemos la construcción de identidad a través de la sensación permanente de correr, de atravesar el tiempo, la geografía, de permanecer en equipo y en soledad… Y sin embargo entender en medio de un calambre que fulmina qué ya no hay quién rezarle y qué se va a morir. Nada ha ocurrido, dice Artaud.

Y esa experiencia teatral es transformadora desde la conmoción, no desde el discurso, es desde la crueldad de los cuerpos que se consumen, desde el silencio que va ganando, desde la iluminación, desde los textos poéticos, desde la poesía de esa dramaturgia que por momentos es muy difícil de comprender, en ese pacto que establece y renueva con cada aparte que se establece la empatía y el entretener se transforma en alimento.

imagen extraídas de la nota de agencia Telam


Entonces, son los cuerpos en escena, recortados por la luz, la música, la palabra, los cuerpos sin quietud quiénes ponen las preguntas que no clausura y se propone “narrar el indecible argentino”.

Me interesa más, porque al fin al cabo esto se trata de mi experiencia frente y con la obra, pensar que abre preguntas sobre la historia, desde el modernismo de Lugones hasta el despojo escénico, hasta los cuerpos que imponen una dinámica que está al punto justo para quién mira, me interesa pensar en la cita de Artaud.

Y celebro mucho estas dramaturgias, que proponen no clausurar los sentidos y celebro que después de tanta virtualidad, incluido ese teatro con distancias haya una obra que propone la acción en los cuerpos, la piel, la respiración, eso que nos recuerda que cuando entramos a una sala de teatro va a ocurrir algo excepcional, algo ritual, algo visceral y simplemente vital

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Ficha de obra 

Las fotos son tomadas de la nota de la Agencia Télam 

https://www.telam.com.ar/notas/202204/589492-corredores-metaforas-de-lo-indecible-argentino.html

La información sobre la obra de Alternativa teatral.

http://www.alternativateatral.com/obra71206-corredores

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